November 27, 2008

El ultimo romántico

Hace unos días, madrugueando por el cable, tipin las una y media de la madrugada me tope con una Keira Knightley muy pero muy pobreeeeee, marginal, vestida en tonos ocres y marrones, en la película en cuestión la llamaban Lara. Le ordene pausa a mi dedo en el control remoto y decidí seguir mirando, se veían muchos gorros peludos, nieve y soldados.

La película en cuestión, era nada más y nada menos que “Doctor Zhivago”, una adaptación de la novela del mismo nombre, escrita por Boris Pasternak y que había tenido una adaptación cinematográfica previa en el año 1966 interpretado por Omar Sharif, Julie Christie y Geraldine Chaplin. En esta ocasión los papeles principales recaen en Hans Matheson, Keira Knightley, Alexandra Maria Lara, Kris Marshall y Sam Neill. Esta adaptación dura casi cuatro horas.

Acabe con los ojos hecho pebre por el sueño, las lagrimas y lo cerca de mi televisor pero valio la pena y ahora les explico el porqué.

Para hacerles un resumen: Yuri Zhivago (Hans Matheson) es un doctor y poeta de muy buen pasar que ve como su vida personal, familiar y sentimental es azotada por el germen de la revolución rusa, él, como buen héroe romántico que se precie esta en el dilema existencial por excelencia: quedarse con quienes lo “aman” o irse con quien realmente “ama”. El deber versus el querer.

Por el lado del “deber” tenemos a Tanya (Alexandra Maria Lara), cándida, tierna y esforzada que lo ama con devoción, pero no con toda la pasión necesaria que un alma como la de él merece y por el bando del “querer” tenemos a Lara, bella, apasionada e igualmente golpeada por la injusticia, casada con un bolchevique llamado Pasha Antipov (Kris Marshall ) y tachada como objeto de deseo por el poderoso Víctor Komarovsky (Sam Neill).

Podría decirse que tanto la película (televisiva y de cine) y el libro nos relatan un periodo histórico convulso en el que los sentimientos parecen sobrar y la lucha por el sobrevivir prima por sobre cualquier cosa. A través de los ojos del protagonista – en el caso de Hans Matheson, bellos ojos – vemos el desgaste de una sociedad que vive por y para si, que es castigada por otra ideología aun más brutal en la cual el individualismo y el “yo” son anulados en beneficio del “bien común”.

Actoralmente hablando la película televisiva cumple y en una escala de uno al siete le coloco un seis. Hans Matheson está bastante bien compenetrado con su papel y dota a este nuevo Zhivago de mas materia gris e iniciativa que el interpretado por Omar Sharif, sigue siendo el poeta enamorado y sufrido pero también vemos a este hombre más idealista que le importa un carajo ser parte del mainstream comunista, que lo llamen “camarada” y que tiene que compartir su casa con gente pobre obligadamente, con zendo castigo de ser asesinado por esos mismos que lo llaman “camarada” si no lo hace.

En cuanto a la Knightley, tiene momentos muy buenos, pocos, pero buenos, en los cuales ves a este ser obligado por las circunstancias, a esta madre cariñosa y acosada por este ser oscuro interpretado canallamente por Sam Neill, que todo hay que decirlo, te dan ganas de tirarlo a las vías del ferrocarril para que lo haga fiambre el famoso tren blindado de la película.

Las grandes sorpresas, a mi parecer son Kris Marshall y Alexandra Maria Lara.

A Kris Marshall lo conocí por su divertido papel en la comedia británica “Love Actually” (realmente amor) en el que interpretaba a un desilusionado garzón que viaja a Estados Unidos en busca de la chica de sus sueños pero que aquí, deja su aspecto bobalicón para transformarse en este hombre que pierde su lado moral y sentimental, que se entrega de lleno al ideal comunista para descubrir que no es más que un títere en manos de otros, alguien totalmente desechable. Y de parte de Alexandra Maria Lara solo la conocía, después de ver sus credenciales, de la película “la caída” donde interpreta a la secretaria de Hitler. Debo decir que su personaje en la serie televisiva crece con el avanzar de las horas y las vemos realmente firme y muy superior a Keira en una de las escenas finales, en que ambas se encuentran en la casa de esta última, se confiesan mutuamente sus amarguras y pesares y como ven casi imposible el renunciar al hombre que aman.

Este trabajo también da más tribuna a esas pequeñas miserias humanas, que la versión de 1966 no daba cabida por ser un tanto rosa, como por ejemplo aquel padre guerrillero que mata a sus hijos para no someterlos mas al castigo de vivir en un entorno plagado de muerte y destrucción y la posterior renuncia de Yuri a seguir siendo medico de dicho grupo armado.

También hay momentos muy bien llevador y mágicos, como Cuando Zhivago vuelve a encontrar a Lara y ambos están en una biblioteca local, ese buscarse sin ser reconocido; o también cuando Lara acude como partera de Tanya, ese choque involuntario de destinos entre las dos protagonistas femeninas de este triangulo amoroso en medio de la adversidad.

La fotografía tiene momentos sublimes y la recreación de época esta a la altura. Ves más amplitud y planos generales que nos regalan bellas tomas de esta Rusia agreste y de los Urales, ganando más amplitud y sensación de realidad.

En lo que a mí respecta, hare todo lo humanamente posible por conseguirme la serie en DVD y volverla a ver, ya se la recomendé a una amiga y esta tratara de verla por el cable, en el trasnoche tal como lo hice yo, ya que lo amerita ampliamente. Este nuevo doctor Zhivago es merecedor de una revisión detallada y de ser degustada, no por nada el creador de la novela gano el Premio Nobel de Literatura y la película del 66 gano algunos Oscar.

En esta época en que ya no se cree en el amor, todavía queda la esperanza de convertirse, aunque los demás se burlen de uno, en un romántico empedernido y sufrirla de “verdad” por amor.

Dato freak: se dice que Boris Pasternak habría obtenido el premio Nobel gracias a la presión del FBI o la CIA, ya que su obra era catalogada de “anti-comunista”.


Poster promocional de la serie.



Geraldine Chaplin (con su iconico abrigo) y Julie Christie



Julie Christie (Lara) y Omar Sharif (Yuri Zhivago)



Poster promocional de la pelicula de 1966.

November 15, 2008

Enchula tu Blog XD


(Matsumoto Rangiku realizando un "fashion emergency" en Hitsugaya Toushiro)

Tal como mi amiga Sara me recomendo (gracias amiguis) me dedique durante estos dos ultimos dias a darle una manita de tigre a mi compañero Blog.

Ya le ire arreglando algunas cositas y de paso dando gracias al servidor que me dio la posibilidad de descargar un skin nuevo, ya que, todo hay que decirlo, los de "este" servidor son muy pobres.

No me decidia por cual, estaba entre uno de "one piece" y uno con unos Stilletos muy chidos, que decia "adicta a los zapatos" o algo asi, muy Carrie Bradshaw.

finalmente opte por sobriedad y elegi este muy nostalgico y medio bohemio.

Aunque quiera desmadrarme, siempre termino termino escuchando a mi angel bueno...

November 10, 2008

Amando al “otro” Kafka



Acostumbrada como estaba a la tradición de leer clásicos nipones, me deje seducir por el mentado y a estas alturas mediático, Haruki Murakami. Quería leer con mis propios ojos, la prosa que lo ha hecho famoso y adictivo.

Lo reconozco. Mis maestros en estas lindes son Kenzaburo Oe y Yukio Mishima, sazonado con un poco de Yasunari Kawabata.

El primero mostrándome el individualismo de la sociedad y del ser humano en sí, un ente totalmente falto de moral y humanidad. El segundo en cambio, me retrataba a través de sus “odas” la alienación del mundo japonés – digo “mundo” porque para mí, Japón es “otro” mundo – y el choque cultural en el que se envolvió después de la Segunda Guerra Mundial. Y por último, Kawabata, el viejo maestro, desplegaba en sus páginas el Japón con resabios de la era Meiji, tradicional, floral y onírico, envuelto en bajas pasiones y fatales desenlaces, donde todo está impregnado de ese ambiente ascético y zen.

¿Qué esperaba de Murakami?

Todo lo que leí y me dijeron: cultura pop, contemporaneidad llevada al extremo, mundos en que rivalizan la realidad y lo fantástico en una guerra llamada “destino o fatalidad”, momentos de humor sarcástico sobre el lugar, la vida y el país.

Para iniciarme en este verdadero quilombo literario, pedí en mi biblioteca amiga “Kafka en la orilla”.

Breve resumen: Kafka Tamura, adolescente de 15 años huye de casa y de un padre que aborrece y que lo ha maldecido. Paralelamente conocemos la historia de Nakata, un simpático anciano de 60 años, que sufre de un extraño retardo intelectual, que se gana la vida buscando gatos y que puede hablar de una manera casi fluida con ellos…

Debido a diferentes acontecimientos, llamase asesinatos, inusuales lluvias, personajes icónicos del mercadeo, fantasías y sueños húmedos; ambos personajes llegan a la misma ciudad: Takamatsu. El adolescente huyendo de la desgracia y el anciano en busca de ella.

Ahora mi opinión.

Una de las cosas que me mantuvo al borde del asiento – y de la cama, ya que lo leía mayormente de noche – era la forma de mostrar al lector lo cotidiano que podían llegar a ser los hechos más disparatados y surreales que sucedían a lo largo de la novela.

Los personajes, a los que parecía superarlos la realidad no así la ficción, sufrían de la manera más cool posible, vestido con ropa de marca, escuchando la música del momento, refinándose con música clásica y haciendo de sus vidas un road movie digno del Sundance festival.

Parecían frágiles, inestables, llenos de traumas y manías, pero bellos. Tan bellos en su concepción como en su dispar mundo interior. Igualmente freaks, se mezclaban a la perfección y complementaban.

Mención aparte y personal a la pareja compuesta por Nakata y el cachondo chofer de camiones llamado Hoshino. Por alguna razón me recordaron al Quijote de la Mancha y a su servil escudero Sancho Panza.

Aunque actual en su forma narrativa, no pierde ni deja de lado la crítica social, la soledad de las grandes urbes y a la decidía en la que se sumerge la gente.

Tiene mucha referencia a las tragedias griegas, en especial a “Edipo Rey”. Cuestiona lo establecido: la estructura social, Dios (sublime momento), al Emperador, todo muy a su manera, claro.

Había momentos en que realmente no pare de reírme, debido a las extrañas situaciones y a los diálogos hilarantes con estos “iconos del mercadeo” – cuando lo lean sabrán a que me refiero – que bordeaban lo irreal y se vestían de casualidad.

Cuando me desocupe de mis lecturas obligatorias quisiera leer los otros hits de este “hijo de los tiempos” que es Murakami, que goza de la buena música, le gusta y fue dueño de un club de jazz y le encanta la serie “Lost”; como por ejemplo “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo”, “Tokio blues”, “Sputnik, mi amor” o “la caza del carnero salvaje” y comprobar de paso si es que puedo seguir sumergiéndome en lo urbano y encontrándome con duendes y ogros vestidos de traje y corbata; zambulléndome en ese Tokio bizarro que nadie ve y que está ahí, muy cerca, en la orilla…

 
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