Gracias Mamá

Hoy fui a recoger una encomienda que venia de mi ciudad natal, Ancud, enviada por mis padres y que contenía, en teoría, un sencillo y adorado queque hecho con mucho amor por mi mami.

Cual fue mi sorpresa al percatarme del tamaño de la caja: era grande y pesada, demasiado para un simple queque.

Llegue, no con cierta dificultad a mi departamento, debido al peso de la encomienda y al calor excesivo del mediodía después de haber salido de mis clases matutinas de yoga.

Abrí con ansias contenidas la encomienda, que era enviada como regalo en honor a mi pasado cumpleaños.

Que contenía esta "magic box": un kilo y un poco mas de sopaipillas, tres queques (si, tres, dos chicos y uno grande), un queso de campo, un kilo de longaniza y un pote de dulce de menbrillo.

Esta demás decir que al sacar dichos manjares estalle en alegría y proferí pequeños gritos de emoción. Mande al diablo mi dieta, la crema para la celulitis, el yoga y los litros de agua al día; y le di la bienvenida a aquella orgía calórica.

¡¡Comer pan con queso derretido de campo es lo MEJOR!!

Me hice una taza de té verde - nótese la ironía - para acompañar un pedazo de queque y al sandwich de queso. al darle la primera mordida, no solo mordí un alimento, sino que también mordí la nostalgia, mi hogar... me puse triste.

De haber podido, habría corrido al cerro San Cristóbal, me habría parado al lado de la estatua de la virgen María y hubiera gritado en un japones bastante decente:

¡¡¡¡¡¡¡¡Arigatou, Oka-san!!!!!!!!

Tanta comida y yo deseosa. Peco de gula irremediablemente.